Paulo Freire La educacion como practica de la libertad

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De jovenes, bandas y tribus - Antropologia de la juventud

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Jorge Corsi . Violencia Hacia la Mujer (Maltrato de Género)


Profesor Jorge Corsi, autor de referencia entre los estudiosos y profesionales de habla hispana, es uno de los más importantes especialistas en el estudio y tratamiento de la violencia familiar a escala internacional.

Contenido:

Jorge Corsi - Entrevista Corsi 1 (DOC)

Jorge Corsi - Entrevista Corsi 2 (PDF)

Jorge Corsi - Intervenciones con hombres (PDF)

Jorge Corsi - Prevenir violencia de pareja (PDF)

Jorge Corsi - Sindrome Burnout (PDF)

Jorge Corsi - Tipologia hombres maltratadores (PDF)

Jorge Corsi - Victimario y victima (PDF)

Jorge Corsi - Violencia hacia la mujer (PDF)



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V.A. Abuso Sexual Infantil Manual de Formación para Profesionales


PDF 355 Páginas

Tratado con el rigor y el cuidado que un tema tan espinoso merece, esta publicación aborda todo lo relacionado con el abuso sexual infantil. Se trata de un manual de formación para el profesorado realizado por un equipo multidisciplinar (integrado por médicos, psicólogos, abogados...) que expone en sus páginas sus conocimientos para acercarlo a las personas que trabajan directamente con niños y niñas.

Está coordinado por Pepa Horno, Ana Santos y Carmen del Molino, responsable del Programa de Prevención del abuso sexual infantil, técnica del mismo y asesora legal de Save the Children, respectivamente. Viene a cubrir una de las carencias detectadas en el desarrollo del citado programa: la del déficit de materiales de trabajo y orientación en este campo o el difícil acceso a los mismos.

La publicación se estructura en siete capítulos: introducción, ¿qué es el abuso sexual?, prevención del abuso sexual infantil, tratamiento, anexos sobre contenidos, anexos de actividades refereidas al apartado de prevención, y recursos, bibliografía y evaluación. A lo largo de ellos, y de los diferentes apartados en los que se organiza el contenido en cada caso, se expone de forma clara y didáctica una información que tiene como objetivo ayudar a quienes trabajan con niños en la detección y actuación ante una situación de abuso sexual infantil.

Una publicación que unifica conceptos y ofrece caminos a seguir


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Diferencias a la hora de educar: cuando el papá y la mamá se contradicen




La mamá los deja sin ver televisión porque no hicieron sus deberes, pero cuando llega el papá del trabajo les levanta el castigo, porque ‘no era para tanto’...

¿Le suena conocida esta situación?


Aún en los matrimonios muy bien avenidos, existen diferencias -menores o mayores- desacuerdos y contradicciones cuando se trata de formar y aplicar normas a los hijos. Los permisos, el tipo de comida, las horas de televisión o el momento de irse a la cama son algunos de los temas que pueden convertir la relación entre los padres en un verdadero campo de batalla, en el que se lucha por tener la razón o decir la última palabra frente a los hijos. Lamentablemente, coinciden los especialistas, en este tipo de enfrentamientos ambos padres resultan perdedores, pues debilitan su autoridad y credibilidad frente a los hijos, que perciben rápidamente estas inconsistencias y terminan haciendo lo que a ellos les parece o bien, “apro-vechándose” del papá que parece más permisivo. Por otro lado, la relación de los esposos también suele verse afectada por los constantes roces, que van generando distanciamiento y problemas dentro de la pareja.

Diferencias naturales

Es nomal que existan diferencias entre los padres, especialmente si se toma en cuenta que cada uno proviene de una familia distinta, con normas que probablemente fueron diferentes y porque crecieron en contextos diferentes también. “La mayoría de las ideas acerca de cómo criar a los hijos proviene de la forma en que nosotros mismos fuimos formados”, .En ese contexto, es bastante frecuente que cada persona considere que su método o su estilo de enseñar a los hijos es el más adecuado. Cualquiera sea el caso, siempre es importante buscar puntos de acuerdo y apoyarse mutuamente, tratando de que ambos padres expliciten las razones que los llevan a tomar ciertas medidas en relación a los hijos. Si se tiene este tipo de conversaciones, en un contexto de calma (nunca en el mismo momento de una discusión) y sin los niños, es mucho más probable llegar a acuerdos que dejen conformes a ambos miembros de la pareja.“Hay que pensar siempre en el beneficio de los niños y aprender a ceder, cuando nos damos cuenta que el otro tiene buenos fundamentos. Aquí no se trata de hacer gallitos para ver quién gana, sino de determinar, en conjunto, cuáles son las normas que aportan positivamente a la formación de los hijos”. A pesar de todas las diferencias que puedan surgir, es imprescindible que los padres logren encontrar un punto de equilibrio. Para los hijos resulta bastante perjudicial tener padres que no están unidos en la crianza. Estar todo el tiempo recibiendo órdenes contrarias les crea una sensación de caos interno, los confunde y los estresa, porque no saben a quién hacerle caso. Finalmente, harán lo que ellos creen que es mejor. Además,aquellos padres que se desautorizan constantemente no pueden pretender después que sus hijos les obedezcan.

Llegar a acuerdos

Como primer paso, es necesario explicitar, delimitar o precisar ciertos aspectos en relación a las normas familiares. Por ejemplo, es probable que ambos padres consideren que no es conveniente que los hijos vean ‘mucha televisión’. Pero en la práctica, ¿cuánta es ‘mucha’ o ‘poca’ televisión para cada uno? ¿Treinta minutos? ¿Tres horas? Ser objetivos al momento de establecer un tiempo permitido facilita esta tarea.¿Qué tan importante es para ti que los niños se coman toda la comida? o ¿Cómo reaccionaremos cuando no lo hagan?, son algunas de las inquietudes que la pareja debiera resolver en conjunto, sin la presencia de los hijos. Y si, frente a una situación determinada, uno de los cónyuges toma una medida, el otro nunca debiera discutirla delante de los hijos, pues es fundamental que vean a sus padres unidos en la crianza y en el establecimiento de límites. Si existen diferencias, éstas deben conversarse luego, en privado.Al mismo tiempo, los padres deben poder ser flexibles cuando la situación lo amerite. Si los niños siempre se acuestan a las ocho, pero un día el papá llega de un viaje de varios días a las 8:30, se puede hacer una excepción. Hay que evitar caer en una rigidez extrema, porque eso sólo acentúa las diferencias paternas en vez de contribuir al bienestar familiar.Tampoco es conveniente decirle a los hijos frases del tipo: “tienes que comerte la comida, porque sino el papá te va a retar”. Los niños tienen que percibir que las reglas son establecidas por ambos padres y que tienen una razón de ser. Poner al otro cónyuge como el “malo de la película” (algunos padres hacen esto como una forma de ‘descansar’ en la autoridad del otro), debilita la autoridad de ambos.Si las diferencias de opinión son muy grandes, es aconsejable buscar la mediación de una tercera persona, que pueda dar una visión más objetiva. También es útil una orientación profesional o acudir a un taller para padres.

Cinco claves para unirse en la crianza

Establecer reglas claras y precisas:La familia debe contar con normas claras para establecer los límites a los hijos. Se recomienda establecerlas en conjunto, anticiparse a posibles situaciones conflictivas y dar a conocer estas reglas con anticipación a los niños

Respetar las diferencias en el estilo de crianza:
Lograr un punto de encuentro entre los distintos estilos de crianza implica respetar los valores e ideas de la pareja, algo completamente necesario, no sólo para el bienestar de los hijos, sino de la familia completa. Aunque uno de los padres tenga un estilo más estricto y el otro sea más flexible, se debe comenzar por reconocer ambas posturas como igualmente válidas y evitar imposiciones.

Buscar la cooperación mutua:
Cuando ambos padres sienten que su contribución a la crianza de los hijos es valorada, la relación de pareja se vuelve más cooperativa y menos conflictiva.

Discutir en privado:
Si hay desacuerdos, lo más apropiado es discutirlo en privado, y luego con una idea clara, informarle a los hijos la decisión final.

No dar malas señales:
Si uno de los miembros de la pareja no es respetuoso con el parecer del otro, los niños pueden aprender el mismo modelo.

Mujeres solas: mamás a toda prueba*




Son muchas las circunstancias que llevan a una mujer a enfrentar sola la crianza de sus hijos. Las que han enviudado apenas tienen tiempo para vivir el duelo cuando ya se encuentran frente a la tarea de asumir además de sus responsabilidades de madre, el rol del padre. Las que en la mitad de la vida matrimonial se separan, también sienten la obligación de dar rápidamente vuelta la página y volver a funcionar como familia, a pesar de la pérdida de la pareja y la ausencia del papá. En el caso de las madres solteras, el dolor de no poder compartir cotidianamente las penas y alegrías del ser padres es igualmente intenso, pero se transforma luego en una carga con la que es preciso aprender a vivir.

La ausencia del padre

Según señala Patricia Fernández, psicóloga infanto-juvenil con vasta experiencia en temas de familia, existe una tendencia muy acentuada -a excepción de las mujeres que han enviudado- a que las madres traten de ‘borrar’ al padre del contexto familiar. “Hay pocas mujeres que logran separar sus conflictos y rabias y, en general, traspasan a los niños los sentimientos de frustración derivados de la relación de pareja. Es frecuente que los niños se transformen en confidentes de la mamá y reciban todas las críticas que ella hace del padre”, indica la psicóloga.

Como consecuencia, hay un alto porcentaje de niños que no tienen padres funcionando no sólo por la irresponsabilidad del propio padre, sino por los efectos de la conciencia de la madre. “Las mamás deben tener claro que es muy importante la presencia del padre en la educación y formación de los niños, especialmente en los hijos varones”, explica Patricia Fernández.

Si el padre está ausente de la vida del niño, es preciso proporcionarle igualmente una imagen paterna, porque eso le asegura un equilibrio emocional y la posibilidad concreta de poder, en un futuro, formar una familia. Un sustituto masculino significativo para el niño puede ser alguno de sus abuelos, un tío e incluso algún profesor y para establecer una relación entre ambos, es preciso que exista una clara disposición de ese sustituto a establecer un vínculo con el niño más allá de su parentesco o relación inicial.

Asimismo, es vital entregarle respuestas coherentes y consistentes frente a la pregunta ¿tengo papá? o ¿por qué mi papá no está conmigo?. Éstas varían dependiendo de la historia de cada madre, pero siempre, según indica Patricia Fernández, “deben entregarle al niño la certeza de que él tiene un padre, que puede estar lejos en el caso de las madres solteras o separadas, pero que en algún momento puede volver; o que está en el cielo, cuando se trata de madres que han enviudado, pero que estará siempre presente en su corazón”.

Es importante evitar en el niño la fantasía de que su papá se fue porque no lo quería o que lo que sucedió entre sus padres fue su culpa. Por eso, es necesario dejarle claro que su papá lo quiere, pero que por distintos motivos no puede estar con él.

Mamás solteras

Durante la crianza, las mamás solteras se enfrentan entre el segundo y tercer año de vida de su hijo a la pregunta ¿y mi papá?. Patricia Fernández señala que a pesar que siempre deben darse al niño respuestas consistentes, “cuando el menor es pequeño, no conviene entrar en detalles porque no está preparado para entenderlos. Lo único que quiere es tener un padre y tiene derecho a pensar que él existe”.

Si el padre conoce al niño y quiere participar de su educación, es recomendable que la madre lo permita, pero al mismo tiempo regule su presencia. Hay que proteger a los niños de relaciones inestables, por eso no es conveniente que el padre aparezca cuando quiera, sino que -por el beneficio del niño- participe de manera constante. Por esta misma razón, las madres deben tener especial cuidado al presentarle a sus hijos a su nueva pareja, porque de ser algo pasajero, los exponen a vivir una nueva pérdida.

Asimismo, es habitual que el padre no se haga presente y en situaciones como ésta la psicóloga recomienda, “decirle al niño, por ejemplo, que su padre vive en otro lugar, porque con los años puede aparecer. De hecho, muchos padres aparecen cuando los niños son preadolescentes o cuando ya están entrando a la adultez”. Como señala la profesional, es mucho mejor que el niño tenga la ilusión de que su padre está lejos, pero que existe, a vivir con un sentimiento de abandono constante.

Sin embargo, las madres tienen que poner especial cuidado en no sobreestimular la figura del padre para no hacer crecer en el niño falsas expectativas respecto a él. “No se trata de retratar al padre ausente como Superman o decirle que cuando regrese le va a traer regalos; sino simplemente que existe y que tiene que vivir en otro lugar, pero que a pesar de eso lo quiere mucho”. La psicóloga explica que a medida que el niño crece y su pensamiento se vuelve más complejo, hay que darle más explicaciones. “Es recomendable, por ejemplo, que la madre le diga al niño: tu papá y yo nos separamos, por razones de trabajo el tuvo que irse lejos, pero quizás en algún momento escribirá”.

Mamás separadas

Patricia Fernández señala que cuando los padres se separan y el que se va de la casa se desentiende de los hijos, los niños viven la situación con un dolor muy profundo, el que comparan incluso con la sensación de que su padre hubiera muerto y se sienten desconcertados frente a su repentina ausencia.

En el caso de una separación matrimonial, la psicóloga recomienda que las madres se esfuercen al máximo para lograr que el padre siga presente en la vida de los hijos. Asimismo, indica que hay casos en que ellos tratan de estar cerca de los hijos pero se encuentran con el muro de la madre. “Muchas veces los padres quieren participar, pero las madres no los dejan o supeditan la pensión alimenticia a las visitas. Pero ¿si el padre en algún momento no puede pagar, la mamá va a exponer al niño a la ruptura con su papá?. Las dos cosas no deberían estar relacionadas, porque se perjudica la estabilidad emocional del niño”, señala la psicóloga.

Si después de la separación es el padre el que se olvida de los hijos, las mamás deben explicarles la situación diciendo, por ejemplo: ‘tu papá está pasando por un mal momento. Tengamos fe y esperemos, porque él te quiere y seguramente después de un tiempo va a buscarte’. En este escenario, la madre nunca debe presionar al padre para que vea a sus hijos porque si no quiere hacerlo, al niño no le va a hacer bien estar con él. No le va a transmitir amor y la madre tiene la obligación de proteger a su hijo de eso.

Mamás viudas

Cuando la causa de la ausencia del padre es la muerte, es importante que los niños tengan cerca una figura paterna que lo reemplace. De esta manera sabe que además de llevar el recuerdo de su padre en su corazón, tiene a alguien cercano a quien recurrir cuando necesite hablar de hombre a hombre o jugar y aprender cosas que no podría hacer sólo con la ayuda de su madre.

En este sentido, Patricia Fernández señala que es muy importante el papel que juegan los abuelos, ya que si el niño tiene la suerte de criarse con alguno de ellos, el dolor de no tener a su padre junto a él va a ser mucho más tolerable. La psicóloga recomienda que en este caso la madre se acerque a su padre o a su suegro y le pida -explícitamente- que participe de manera activa en la educación de su hijo.

Como indica la psicóloga, en la sociedad occidental se prescinde mucho de los abuelos y no se valora lo que ellos pueden entregarle a los nietos. “En general, los niños criados con sus abuelos son niños muy seguros porque han sido desde su infancia tremendamente queridos y reforzados. Lo único que quieren muchos abuelos es estar cerca de sus nietos y eso es algo que las madres que están solas y las familias en general, deben rescatar”.

La mutua felicidad

Las madres que crían solas a sus hijos y los niños que crecen sin su padre, pueden, al igual que las familias normalmente constituidas, alcanzar la felicidad. Sin embargo, esto requiere un trabajo de desarrollo personal conciente y constante por parte de las madres, las que deben estar permanentemente cuestionándose respecto a la educación de sus hijos. Muchas madres los ven como extensiones de ellas mismas, por lo tanto, les exigen cumplir con sus expectativas y, por otra parte, les resulta difícil colocar límites y hacerlos respetar normas, como una manera de compensar la ausencia del padre.

Es beneficioso, que las madres tengan grupos de amigas y amigos, que realicen alguna otra actividad aparte de su trabajo y que siempre estén rodeadas de otras madres, para así comparar el desarrollo de su hijo con respecto al resto. De esta manera pueden prevenir transformarse -producto de la presión y la soledad- en madres sobreprotectoras, omnipotentes y asfixiantes, y alcanzar, tanto ellas como sus hijos, la mutua felicidad.

¿Dejamos a los niños ser niños?




¿Dejamos a los niños ser niños?



En esta escena de una niña vestida “de domingo” en el parque pidiendo permiso a su madre para jugar (y mancharse) con los otros niños que recibe como respuesta un “sólo si no te manchas”.

“La madre estaba preparando a Pedrito para ir a una fiesta. Cuando acabó de peinarle y colocarle el cuello de la camisa le dijo: – ¡Ahora vete, hijo! Diviértete… ¡y pórtate bien!

– ¡Por favor, mamá! – dijo Pedro -. ¡Antes de que me vaya decídete por una de las dos!”

Estas dos situaciones me hacen preguntarme hasta qué punto dejamos a los niños ser niños.

“Dejar que los niños sean niños”. Esta frase puede parecer una redundancia, sin embargo es fácil explicarla si nos centramos en la definición informal de niño.


¿Qué es un niño?

un niño es aquel “que está en la niñez”, “que tiene pocos años” y “que tiene poca experiencia”.

Esta es una definición formal que podría hacer cualquier persona con sólo observar e intercambiar unas cuantas palabras con un niño, sin embargo, la definición informal podría ser muy diferente:

* Un niño es una persona con pocos años, con poca experiencia en general pero con una energía y una vitalidad muy superiores a las personas adultas.

* Un niño es una persona pequeñita, bastante más pequeña que las personas de más edad, aunque con un corazón enorme, capaces de sonreír cuando alguien les sonríe y de llorar cuando ven a alguien llorar. Con el tiempo, al contactar con la realidad de los adultos, va perdiendo la capacidad de ser empático.

* Un niño es una persona con unas ganas de aprender que nunca acaban, con ganas de descubrir el mundo y el entorno que le rodea mediante su vista, su tacto, su olfato, su gusto y su oído. Con el tiempo, por diferentes razones, muchos pierden las ganas de aprender.

* Un niño es una persona a la que no le importa mancharse, caerse, levantarse, correr cuando todos están parados y pararse cuando todos corren, porque no le importa lo que los demás piensen de él. Con el tiempo, la necesidad de ser aceptado por el resto hace que deje de ser él mismo y que se comporte como los demás esperan de él.

* Un niño es una persona capaz de decir la verdad sin inmutarse (“no me gusta estar contigo”) y de extrañarse cuando se le pide que mienta (“Pedrito, da las gracias y di que te ha gustado mucho”). Con el tiempo, aprende a no decir la verdad, a riesgo de no hacerlo cuando debiera (“mejor me callo y no me meto en líos”) y aprende a mentir, demasiado a menudo (“me alegro mucho de verte”, “te llamo y quedamos”, “muchas gracias, me ha gustado mucho”, “no, si a mí no me molesta”, etc.)

* Un niño es, en definitiva, una persona que necesita hacer todo lo que le define informalmente (correr, mancharse, embadurnarse de arena, llevársela a la boca, subir a los columpios por sitios que no están destinados a ello, decir lo que piensa y siente con inocencia y honestidad, etc.) porque es su manera de aprender.


Perdiendo las infancias

Por todo lo que he comentado, siento pena cuando veo situaciones como la de la ilustración y cuando veo niños callados, sumisos, educados en la obediencia (casi ciega) y con poco poder y pocas ganas de actuar por sí mismos.

Así van pasando los años y se van perdiendo infancias, haciendo lo que los demás les dicen que deben hacer para ser limpios, educados y buenos y para actuar como mini-personas adultas.



Los niños tienen que ser niños y actuar como tal. Si no les dejamos disfrutar de la inocencia, de la libertad, de los juegos, de la tierra, del entorno y de la vida que les rodea cuando son pequeños, ¿cuándo demonios se comportarán como niños?


Cada día estoy más convencido de que las personas que de pequeñas no disfrutaron de su infancia llegan a la edad adulta con una extraña sensación de vacío. Algo así como un “me falta algo” que a menudo se solventa viviendo la niñez cuando no toca (y evidenciando una especial falta de responsabilidad y un querer quemar cartuchos un tanto preocupante).

¿Los niños tienen que hacer lo que quieran?




Los niños tienen que poder hacer todo lo que quieran.

En parte es cierto, pero con matices, claro. Un niño tiene que poder escoger su camino en la vida, que para eso es suya, y nosotros los padres debemos estar a su lado para aconsejar y para reconducir aquellas actuaciones y situaciones que puedan ser peligrosas o nocivas para ellos o para el resto.

Los niños tienen que jugar, tienen que mancharse, tienen que conocer su entorno desde su propio Yo y no desde el nuestro y tienen que errar para aprender.

Nuestro papel, como dijera en su momento Khalil Gibran en el libro “El Profeta”, es hacer de acompañantes en el viaje:



Podréis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos, porque tienen sus propios pensamientos.

Podréis albergar sus cuerpos, pero no sus almas, porque sus almas moran en la casa del mañana, que no podéis visitar, ni siquiera en sueños.

Podréis, con mucho, pareceros a ellos, mas no tratéis de hacerlos semejantes a vosotros, porque la vida no retrocede, ni se estanca en el ayer.

La ropa limpia y bonita es un deseo nuestro


De la ilustración de Mamá de Lola se puede extraer otra conclusión: nos encanta que nuestros hijos vayan bien guapos, con ropa bonita, y algunas madres traspasan ese deseo, que es propio, a sus hijos.

Cuántas veces hemos oído a nuestra madre: “Ten cuidado, no te manches, que este pantalón me ha costado muy caro” y frases similares que provocan en los niños sentimiento de culpabilidad si se ensucian o si se caen, cuando en realidad tendrían que responder "Pero mamá, porque no me compraste unos pantalones mas baratos que a mí me da igual”.
Mamopellito no está en línea Ver Álbum de Fotos de Mamopellito

Homosexualidad en la adolescencia

Antes de obtener la madurez sexual física la identidad sexual no está
completamente establecida; de hecho, existe un movimiento o identidad sexual
ambigua (que está dentro de los límites sociales normales como la norma).
Esto suele ser más aparente en las chicas que en los chicos. Las experiencias
de maduración normales después de la pubertad estimulan los procesos de
integración. Este impulso en la dirección de una identidad sexual dada puede
perderse debido a los factores precedentes. Esto puede conducir a una crisis
de identidad (con marcada ansiedad y depresión) y/o confusión de identidad.
Por ejemplo, un chico con esta experiencia en la pubertad puede tener un
sentimiento de aislamiento y heridas narcisistas, que pueden conducirle a la
formación de una orientación homosexual identificándose con un homosexual
masculino que funciona como ideal del yo masculino. (Blos, 1979)
Además del significativo esfuerzo de crecimiento físico que ha tenido lugar,
estos jovenzuelos se habrán unido de forma creciente unos a otros en deportes
de grupo más avanzados. También están formando una fuerte identificación
con modelos masculinos, no sólo en sus familias sino en los deportes y otros
contactos directos e indirectos. La identificación con estos modelos es
importante para su seguridad, su autoestima y el establecimiento de su
identidad como varones.
Las chicas de estas edades son más maduras tanto fisiológica como
psicológica además de neurológicamente que los chicos. Ellas tienden a tener
una unión más segura unas con otras además de con los modelos femeninos.
En las familias y sociedades que tienen una actitud más positiva hacia las
mujeres están en una posición más estable que sus contrapartidas masculinas.
Si las familias y la sociedad tienden a denigrar a las mujeres, entonces se
introducen en un periodo de mayor estrés.

Este es el momento en la vida tanto de los chicos como de las chicas en que
entran en el desorden que se conoce como periodo secundario de Edipo. Justo
como en la primera experiencia de Edipo, la solución implica una identificación
homosexual con un padre (o sustituto) del mismo sexo. La identificación
requiere un sentimiento de amor (afecto) hacia ese individuo.
PUBERTAD (EDADES DE 12 A 14)
Este periodo de tiempo tiene más desorden interno que cualquier otro periodo
de
tiempo entre los 10 y los 20 años de edad. Los posteriores adolescentes
pueden demostrar más desorden y fricción verdadera con la sociedad pero el
desorden interno es menor. El joven varón está tratando con las inseguridades
del despertar sexual, el funcionamiento sexual social, incremento de la
identificación con los modelos masculinos y dejando los lazos homosexuales
inconscientes. Las dificultades en este periodo que previenen esta resolución
pueden conducir a repercusiones que pueden tardar años en abrirse paso.
Si asumimos una reacción positiva normal de la familia y la sociedad a las
mujeres, entonces estas chicas pasarán esta etapa de la vida bastante bien.
Normalmente estarán en una relación positiva intensa con su madre (o
sustituta); con la seguridad de expresiones hostiles en conflicto expresadas de
forma repetida que es de corta duración (normalmente duran sólo minutos). El
afecto abierto entre chicas es considerado un atributo normal positivo; mientras
que en los varones se suele considerar afeminado, débil y no masculino. Así es
más fácil para una chica en la pubertad mantener sentimientos afectivos
homosexuales y todavía verse como que llega a ser una mujer heterosexual
madura sexualmente.
ADOLESCENCIA (EDADES DE 14 A 16)
Este es el momento de la práctica. A pesar de lo inseguros que se encuentran,
normalmente saben qué quieren ser. Cualquier cosa que distorsione sus
identificaciones normales (modelos), las percepciones sociales/psicológicas de
las mujeres y la estabilidad en su familia pueden tener usualmente efectos
conflictivos en sus desarrollo durante los siguientes años. Es normal tener
fricción entre el adolescente y el padre (o sustituto) de corta duración. Si no es
seguro hacer esto en casa, el próximo lugar más seguro será el colegio. Si no
es seguro allí, será exteriorizado a la sociedad. Aunque los contactos
homosexuales entre chicas son tratados como normales en este periodo, los
varones pueden verlo en una luz diferente. Además, si el varón llega a
asustarse de estas respuestas agresivas/de fricción, pueden girar
defensivamente a la orientación homosexual incrementada como medida
protectora.
DIAGNÓSTICO DE PROBLEMAS DE HOMOSEXUALIDAD
1. La ausencia total de masturbación o comienzo tardío de masturbación sin
intereses heterosexuales manifiestos.
2. Conducta homosexual en la adolescencia con ausencia de ansiedad
significativa, culpa o conflicto evidente junto con fantasías perversas.
3. Ausencia de relaciones verdaderas de Edipo en cualquier aspecto de la
historia del niño.
4. Fantasías homosexuales sin socialización heterosexual con una actitud
interpersonal tranquila y ausencia de las fluctuaciones emocionales y de
responsabilidad típica de esta edad.
5. Hostilidad hacia sus propios impulsos de la libido y ausencia de sentimientos
sobre sexo.
6. Algún contacto homosexual con el resentimiento a crecer y una tendencia a
suprimir otras demandas del instinto.
7. Persistente contacto homosexual pasada la adolescencia.
8. Relación homosexual con un adulto.
9. Cuando el adolescente afirma taxativamente: “Sé que soy homosexual, lo
siento.”